La bajante del río Paraná, desde mediados de enero pasado, viene produciendo beneficios directos en el desenvolvimiento portuario local.
El escaso caudal que evidencia dicho curso de agua genera serias dificultades a la navegación comercial de buques de gran calado por la hidrovía y obliga a las embarcaciones cerealeras a operar con menor carga, debiendo completar su capacidad máxima en los muelles de Ingeniero White, para luego partir hacia destinos en el extranjero.
La situación se agravó un par de meses atrás cuando un navío de carga encalló y afectó la transitabilidad por el Paraná durante 10 díaz, a la altura de Arroyo Seco.
A esto se sumó el domingo pasado un episodio similar vivido por un buque cargado de cereal en el kilómetro 406 del río, a la altura de Punta Alvear.
Si bien no obstruía la navegación, Prefectura Naval Argentina dispuso no autorizar el tráfico de buques hasta tanto no se verificaran las profundidades de la zona.
El barco en cuestión es el «Eirini K», con bandera de Malta, que había cargado en el puerto Quebracho, de San Lorenzo, y tenía como destino Israel y Grecia.
De acuerdo con el diario «La Capital» de Rosario, el «Eirini K» fue uno de los tres buques que quedaron varados en la zona y se trató, sin dudas, del más comprometido.
Según trascendió, el carguero de 189 metros de eslora y 32 de manga (largo y ancho, respectivamente), transportaba unas 35.100 toneladas, situación que facilitó su varadura.
Además, la profundidad del canal va cambiando y con la bajante del Paraná la situación suele complicarse, impidiendo que las tareas de dragado se focalicen en un solo lugar.
Los otros dos buques varados entre el domingo y el lunes fueron el «Prizco Elizaveta», que salió del muelle San Benito y quedó detenido al virar en la rada sur; y el «Borak I», que cargó en Dreyfus y se detuvo cerca de la medianoche del domingo, mientras que durante largas debió permanecer en rada adrizando, es decir, enderezando y reorientando, a la espera de una determinante favorable.
La fragilidad del sistema de navegación por el río Paraná quedó puesta de manifiesto el 16 de enero pasado, cuando el buque de bandera liberiana «Aristeas-P» encalló en un tramo cercano a Arroyo Seco.
El buque, de 189 metros de eslora y 28 de manga, navegaba cargado ya que había zarpado desde la terminal de Puerto San Martín, con cereal.
En esa oportunidad el «Aristeas P» quedó varado en forma perpendicular al sentido de navegación en el kilómetro 390 de la hidrovía.
Fuentes de agencias marítimas estimaron que la varadura fue consecuencia de la pronunciada bajante que presenta el río debido a las escasas lluvias que se están registrando en la cuenca superior del Paraná.
Aquel incidente se prolongó durante diez días y resintió notablemente la operatoria en los puertos de esa región, interrumpió las tareas de al menos mil estibadores y generó pérdidas millonarias.
Fuente: lanueva.com