El 12 de julio, la Corte Permanente de Arbitraje en La Haya falló en contra de China y a favor de Filipinas, desestimando las reivindicaciones chinas de soberanía sobre la mayoría del Mar de China Meridional. Según varios expertos, este dictamen podría desencadenar acciones que dejarían un profundo impacto en el comercio mundial. Aunque el veredicto ha generado mucha atención en esta parte del mundo, me gustaría analizar las potenciales consecuencias comerciales que una desestabilización de este mar podría tener en todo el planeta.
La importancia del Mar de China Meridional
El Mar de China Meridional es parte del océano Pacífico y está situado en la parte más oriental del continente asiático. Con una superficie de 3,5 millones de kilómetros cuadrados, es un millón de kilómetros cuadrados más extenso que el mar Mediterráneo y dos millones más grande que el golfo de México. Sus aguas incluyen más de 250 islotes, arrecifes, bancos de arena, etc., en su mayoría deshabitados y parcial o totalmente cubiertos por agua.
El Mar de China Meridional (MCM) es fundamental para la economía del mundo. Bienes por cerca de US$5 billones (trillion) pasan por el MCM cada año a bordo de buques comerciales, conectando las economías de rápido crecimiento de Asia con los EE.UU., Europa, Oriente Medio y África. El tráfico marítimo en el MCM representa un tercio del total mundial. Además, la cantidad de petróleo transportado por el estrecho de Malaca desde el océano Indico, hacia Asia del este (a través del Mar de China Meridional), es tres veces mayor que el volumen que pasa a través del canal de Suez y quince veces mayor que el que cruza el canal de Panamá.
Igualmente, según Robert D. Kaplan escribe en su libro “Asia’s Cauldron: The South China Sea And The End Of A Stable Pacific”, el MCM mantiene reservas probadas de petróleo equivalentes a 7 000 millones de barriles de petróleo y un estimado de 900 billones (trillion) de pies cúbicos de gas natural, lo que ha hecho que algunos analistas bauticen al MCM como “el segundo Golfo Pérsico”.
No hay duda que el MCM constituye una zona de importancia geoestratégica.
El gobierno chino está convencido de que el MCM le pertenece y para ello se basa en mapas antiguos y “derechos históricos” para reivindicar propiedad sobre sus aguas. A través de una delimitación bastante liberal llamada ‘línea de los nueve trazos’, creó un área que engloba a la gran mayoría del MCM (ver mapa). Además, de la mano de su crecimiento económico y creciente relevancia internacional, China se ha vuelto mucho más resoluta y ha comenzado a demostrar su nuevo poderío naval. En los últimos años ha tenido roces con cinco países de la ASEAN: Filipinas, Vietnam, Taiwán, Malasia y Brunéi, debido a que sus territorios marítimos se traslapan con los que China reclama. Estos roces han incrementado, en gran parte debido a que China ha construido islas artificiales -usando pequeños islotes como base-, con el aparente objetivo de utilizarlas como justificación de propiedad del MCM.
En 2013, Filipinas decidió llevar el caso a la corte de arbitraje de La Haya por considerar que la ‘línea de los nueve trazos’ se superpone con alrededor de 531 000 kilómetros cuadrados de aguas que Filipinas considera parte de su zona económica exclusiva (ZEE) y de su plataforma continental extendida.
Por su parte, EE.UU. quien ha sido el «garante» de paz y seguridad en esta zona estratégica desde el final de la Segunda Guerra Mundial, mantiene que el MCM está constituido mayormente por aguas internacionales y que ningún país debería limitar o controlar el libre paso de navíos de todo el mundo, civiles o militares. El aumento de operaciones de los EE.UU. en el MCM también obedece a la estrategia del presidente Obama del ‘pívot a Asia’ que consiste en reforzar la presencia militar en el Asia Pacífico.
El veredicto y sus consecuencias: ¿Qué pasaría si se afecta la libre circulación en el MCM?
En el fallo, la corte de La Haya dictaminó que “no existe base legal para que China apele a derechos históricos sobre los recursos dentro de las zonas marítimas que están dentro de la línea de los nueve trazos” y que “China ha violado los derechos de soberanía de Filipinas con respecto a su zona económica exclusiva y su plataforma continental”. China reaccionó inmediatamente con una campaña global de relaciones públicas declarando la sentencia “nula” y “sesgada” y poniendo en claro que no la acataría bajo ninguna circunstancia. Estados Unidos respondió exhortando a China a acatar el fallo y Filipinas, con un lenguaje bastante mesurado, acogió el veredicto y pidió “respeto para esta decisión histórica”.Si bien la decisión de la corte es vinculante, ningún estado u organización puede hacerla cumplir. Según el Wall Street Journal (WSJ), varios analistas y asociaciones comerciales concuerdan en que el veredicto ha creado una nueva ola de incertidumbre para el comercio marítimo en general y la preocupación de que una escalada de las tensiones en el MCM podría afectar al comercio global.
China ha desarrollado su poderío naval de manera sin precedentes y sus navíos tienen una presencia abrumadora en el MCM. Ha habido instancias en las que guardacostas chinos han acosado, capturado y destruido embarcaciones de otros países de la región. Además, la continua presencia de la marina estadounidense -recientemente dos portaaviones llevaron a cabo ejercicios militares con Filipinas en el MCM– incrementa el riesgo de una posible escaramuza con la marina china que patrulla sus aguas constantemente. Estas muestras de fuerza entre ambas potencias mundiales podrían fácilmente desencadenar un conflicto armado de consecuencias inimaginables.
Según un experto citado en el articulo del WSJ mencionado anteriormente, el potencial de conflicto se incrementaría aún más si alguno de los otros gobiernos, quienes también tienen conflictos marítimos con China, interpreta el fallo como una base legal para expandir operaciones de pesca o exploraciones de gas y petróleo en las aguas donde China ha reivindicado control.
De acuerdo a Robert D. Kaplan, alrededor de dos tercios de la demanda energética de Corea del Sur, Japón y Taiwán llegan a través del MCM, así como el 80% de las importaciones de crudo que necesita China. Los costos de redireccionar los buques petroleros serian astronómicos. En el caso australiano, aunque la mayoría de su transporte de carga que pasa por el MCM va destinado a China, si hubiese una obstrucción de las rutas marítimas entre Australia y sus otros socios comerciales, el costo de redirección alcanzaría la friolera de US$20 000 millones por año. Las pérdidas que generaría todo lo anterior, serían un desastre para la región Asia-Pacifico en general.
De intensificarse la crisis, la consecuencia más perjudicial sería probablemente el colapso del comercio en una de las regiones con mayor dinamismo económico del mundo. Pero lo más curioso resulta el hecho de que incluso para China, la segunda economía más grande del mundo, los costos de cerrar su principal arteria comercial superarían con creces a los beneficios de ser el propietario mayor del Mar de China Meridional.