Pese a haber disminuido los bloqueos de rutas, continúa la masiva protesta de camioneros de Brasil generando problemas en puertos clave y enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
Según el último reporte dado a conocer por la Policía Caminera Federal (PRF), todavía había 59 puntos de bloqueo en cinco estados, en su mayoría en la zona sur del país.
Imágenes de televisión mostraron en días atrás a grandes grupos de camiones obstruyendo la principal autopista entre Sao Paulo y Rio de Janeiro, donde se generaron extensos embotellamientos de varios kilómetros.
La huelga fue ganando fuerza en la semana y llegó a provocar cortes en 11 estados de Brasil, que dificultaron el acceso a puertos clave como el de Santos, que es el mayor de América Latina, o el de Paranaguá, principal puerto de salida para los productos agrícolas del país.
José Eduardo Cardoso, ministro de Justicia, señaló que llegó a producirse falta de medicamentos, alimentos y combustible a raíz de la protesta.
Comentó además que en el puerto de Paranaguá aún seguían lejos de los 1.600 camiones diarios que descargan granos. Los días 24 y 25 de febrero, el puerto apenas recibió 250 camiones, mientras que en Santos la actividad era normal.
El gobierno, en tanto, ofreció a los huelguistas un congelamiento del precio del diésel por seis meses y un sistema para actualizar el valor de los fletes, dos de las reivindicaciones de los camioneros.
Pese al acuerdo, muchos transportistas continuaron movilizados, lo que llevó al gobierno a anunciar sanciones penales y multas por cada hora que mantengan el tránsito cerrado.
Algunos integrantes de uno de los sindicatos de transportistas convocados en las inmediaciones de la entrada Sur de Porto Alegre, sobre la ruta BR 116, expresaron que el conflicto se debía a lo que ellos entendían era una agresión manifiesta del Gobierno hacia los trabajadores del transporte, y que en 
virtud de ello es que habían dado comienzo a tal movilización.
Consultado a este respecto el sindicalista Fabiano Faccini, expresó que aún no habían sido atendidos por ninguna autoridad de Gobierno y que nadie había de momento atendido a sus requerimientos y que era muy consciente de que esta medida provocaría una importante efectos en la vida del Brasil, ya que al no circular los camiones, pronto las diferentes ciudades se verían desabastecidas, pero que era necesario tomarla, puesto que las subas indiscriminadas en los peajes, en los precios de los fletes, en el gasoil, etc. obligaban a los camioneros a trabajar a pérdida casi todo el tiempo.
Afirmó que sólo en la playa de estacionamiento donde se encontraba, había unos 800 camiones parados y que en todo Rio Grande no había menos de 8.000 dispuestos a paralizar sus actividades.
Fuente: Terra
