Al margen que el agrupamiento de países conocidos como BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), era en su formulación inicial en 2001(1), uno más entre los eufemismos clasificatorios aplicados a los países según un modelo de desarrollo a seguir, cuando un grupo de países de esa características decide crear un banco multilateral, e incluso funcionar como un centro de influencia política, pues hay que ponerles atención.
Las razones de esa importancia sobran: estos países “emergentes”, juntos representan más del 25% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, el 17 % del comercio internacional; constituyen más del 30% del área de países del mundo; cuentan con más del 43% de la población mundial, son fuente del 21% de la Inversión Extranjera Directa a nivel mundial, y representan más de 3.000 millones de consumidores.
Estas economías se ganaron ese mote de “emergentes” al mostrar, en la última década crecimientos mayores a los de las “Economías desarrolladas”, separándose algunas de ellas, a velocidad supersónica de la vieja y casi peyorativa clasificación de país “tercermundista”, convirtiéndose más bien en fuentes de capital financiero en los mercados internacionales y empujando de manera significativa la demanda mundial de materias primas y el comercio en general.
Podríamos añadir también otro distintivo aglutinador: el fuerte espíritu competitivo respecto de las potencias occidentales y las ansias políticas por una influencia y hegemonía crecientes. El caso de China es el más emblemático.
Un banco para los “emergentes”
En ese orden, el 21 de julio (2015), los BRICS han dado inicio a las operaciones de su New Development Bank (“Nuevo Banco de Desarrollo” o NBD), con el cual se plantean una forma alterna, no necesariamente excluyente, explican, en contra de la sujeción a las políticas, reglas y recursos financieros de los principales organismos multilaterales “occidentales”, tales como Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, dado que estos organismos están “dominados por Estados Unidos”, como ha declarado el seleccionado como el primer Presidente del NBD, el indio Kundapur Vaman Kamath.
El NBD, con sede en Shangai, que otorgará los primeros préstamos en 2016, se inicia demarcándose en dos importantes principios organizacionales: cada país es un voto (en el Fondo Monetario Internacional-FMI y en el Banco Mundial-BM, el voto es proporcional al capital aportado) y no hay derecho de veto en la toma de decisiones. El NBD ha iniciado con un modesto capital inicial de 100 mil millones de dólares, con casi el 40% aportado por China.
Asimismo, el nuevo banco ha anunciado que su objeto es financiar proyectos de infraestructura, tanto de su grupo selecto, como de otros países emergentes. Una línea similar a las inversiones posbélicas en Europa, luego del nazismo y la “amenaza” de la URSS: electricidad, hidráulica, transporte, comunicaciones, etc., con los beneficios esperados en la generación de empleo, calidad de vida y disminución del lastre de la pobreza. Complementariamente, funcionaría el Fondo de Reservas de Contingencia en temas de presiones en la balanza de pagos.
De hecho, Putin, Presidente de Rusia, hasta ha hecho una invitación abierta a Grecia para beneficiarse de estos servicios del NBD, pero obviamente, esta es una opción viable también para la misma Rusia, si quiere eludir las presiones económicas y políticas de occidente en su contra, por el caso de Ucrania y los efectos de su expulsión del G-8 por la anexión de Crimea.
Igualmente, Brasil se ha adelantado a presentar ya ante el BRICS, su proyecto de construir un corredor ferroviario que cruzando Brasil desde el Atlántico, pasando por Argentina y Uruguay, saldría al Pacífico por el lado de Chile. Una infraestructura que sí impactará en el globo girante en el que vivimos.
En estas megas inversiones, será decisivo el peso relativo de las economías de China y Rusia, aunque Rusia, es decir, Putin, no deja de reconocer el papel de liderazgo de China en esta nueva opción: “China siempre ha sido y será la locomotora de la economía global”, declaró al final de la Cumbre BRICS”.
Entre otros temas, los Jefes de Estado BRICS anunciaron además, hasta “una red de universidades comunitarias del grupo” destinada a mejorar el intercambio científico y tecnológico entre los estados miembros. Las posibilidades son amplias.
El inicio de operaciones del NBD y del Fondo de Contingencia, marcan un importante hito evolutivo: de un simple acrónimo clasificatorio (2001), el agrupamiento pasó a conformar una especie de coalición coyuntural o agrupamiento soft como medio de presión para lograr algunas demandas dentro de los organismos financieros internacionales(2) acusados de girar en torno a los intereses de Estados Unidos, hasta llegar, de hecho, a una coalición más “dura” expresada en el establecimiento de estos nuevos instrumentos financieros y esta presencia política de un bloque “emergente”.
Este movimiento de los BRICS no es solamente la expresión de un intento para un nuevo Bretton Woods en la dimensión económica, con el fortalecimiento de una opción económico financiera independiente del dólar estadounidense, la eventual necesidad de una moneda común que generará el Fondo de Contingencia e incluso el avance a acuerdos comerciales de mayor profundidad entre los países de este bloque, como respuestas a las iniciativas comerciales de Estados Unidos con sus mega acuerdos envolventes tales como el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP por sus siglas en inglés) con Europa, o el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica excluyendo a China (TTP por sus siglas en inglés). El efecto va más allá.
Aunque algunos de los BRICS no son casos ejemplares de amplias libertades democráticas en lo interno, y tienen serios cuestionamientos en el terreno de los derechos humanos, eso no quita que ya se exprese políticamente, como lo ha hecho profusamente en varios temas en su declaración reciente, incluyendo el tema palestino, el arreglo nuclear con Irán, el llamado al diálogo en el tema de Ucrania, etc., y otros temas de seguridad global que no siguen precisamente los dictados de la OTAN.
Las perspectivas son que el mundo evoluciona y del bloque bipolar de los años de la Guerra fría, hemos pasado a la unipolaridad de los años pos 11-09-2001 y al presente, donde el acomodamiento parece conducir a una bipolaridad grupal con Estados Unidos y Europa por un lado y los países “asiáticos”, Rusia, India y China, encabezando el otro lado. Pero como siempre, hay que recordar, respecto a los países de África, América Latina y del Caribe, que los países de la “calle del medio”, quedan al vaivén de los movimientos de esos polos de poder.
Los BRICS (recordar que Rusia, China y la India- los “RIC” los así denominados por Yevgeny Primakov, ex-Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia- concentran el mayor poder de energía atómica), parecen estar enfocados en consolidarse como esa alternativa a la repartición del poder mundial en lo económico, lo político y en temas de seguridad estratégica. Algunos ya le llaman “Prototipo del Nuevo Orden Mundial”.
Es una especie de insurgencia de los llamados “países emergentes”.
Por: Carlos A. Lucas Aráuz en E&N
(1) El acrónimo BRIC, fue acuñado por Jim O’Neill, economista de Goldman Sachs, quien tempranamente en su reporte ((Global Economics Paper N° 66, de noviembre 2001), distinguió algunas características de la relevancia y tendencias de crecimiento de estos países. Sin embargo, el enfoque de O´Neill en su reporte era un llamado de atención para considerar el reforzamiento del G7 con algunos de estos países emergentes, buscando un cambio en la correlación de fuerzas con EE.UU. y Europa. Sin embargo, de hecho, el grupo BRICS se perfila hoy como una alternativa competitiva al G7 e incluso del G20, al que algunos del BRICS, pertenecen. Al ingresar Sudáfrica en 2011, se modificó al actual término de “BRICS”.
(2) En términos oficiales, los BRICS pasaron de siglas a una realidad, en el 2006, con una reunión de sus Ministros de Asuntos Exteriores, en medio de la celebración de la Asamblea General de las Naciones Unidas.