Esta semana, se anunció el aterrizaje con éxito del que puede considerarse uno de los primeros vuelos comerciales no tripulados en espacio aéreo compartido, tras recorrer 800 kilómetros desde la localidad de Warton en Lancashire hasta Inverness.
Durante este trayecto, la nave fue controlada por un piloto en tierra, aunque dos pilotos viajaron a bordo sin hacer nada como medida de precaución.
Mucho trabajo por hacer
El vuelo de prueba forma parte del proyecto Astraea, que cuenta con un presupuesto de unos US$95 millones aportados por empresas comerciales y el gobierno británico.
El avión Jetstream de 16 asientos usado en la prueba, también conocido como flying testbed, disponía de sensores y sistemas robóticos a bordo para identificar y evitar amenazas durante el vuelo. Un piloto en tierra, instruido por los Servicios Nacionales de Tráfico Aéreo (NATS), controló la trayectoria de la nave durante todo el viaje.
«Nats se aseguró de que este vuelo de prueba se llevara a cabo sin ningún impacto en la seguridad de los otros usuarios del espacio aéreo», le explicó a la BBC Andrew Chapman, experto de vehículos no tripulados del NATS.
Según el experto, todavía queda trabajo que hacer para que estos vuelos lleguen a utilizarse con pasajeros civiles.
El vuelo del Jetstream es el último de una serie de vuelos no tripulados de prueba que desde abril se están llevando a cabo como parte del proyecto Astraea, la diferencia es que hasta ahora los vuelos se habían realizado en un espacio aéreo restringido.
Un representante de BAE Systems, una de las compañías que aportaron fondos al proyecto, explicó que «los vuelos forman parte de una serie de pruebas para ayudar a los reguladores aéreos y Nats a entender cómo funcionan estos vuelos y qué necesitan hacer para seguir adelante con un marco regulatorio para vuelos no tripulados en un espacio de vuelos tripulados».
Impacto social
En una conferencia de prensa el pasado año, el director del proyecto, Astrea Lambert Dopping-Hepenstal, dijo que llevar vuelos no tripulados al espacio aéreo compartido era más que un reto técnico.
«No es sólo la tecnología, estamos tratando de pensar en el impacto social de esto y la ética y la legalidad asociada a esto», aclaró.
«Tienes que solucionar todo esto si quieres que suceda, y permitir que esto pase de una forma asequible».
Fuente: BBC