Nuevos combustibles… ¿Qué pasa con los costos? –En 2030, de acuerdo con los más recientes objetivos de la OMI, la intensidad de carbón (CI) de los buques que efectúan tráfico marítimo mundial, mayores de 5.000 GRT, deberá de reducirse al 40% respecto a los niveles de 2008 para terminar en un 50% en 2050, y para ello, se hace necesario un cambio de gran nivel en los combustibles que utiliza dicha flota. La cuestión es que, para el final de 2023, los expertos estiman que solamente el 6% de la flota mundial sería capaz de navegar utilizando combustibles alternativos no contaminantes y un 25% estará equipada con tecnología que implique ahorro de energía, cifras lejanas desde todo punto de las que serían adecuadas a los objetivos propuestos.
Según fuentes de DNV, en este momento existen cerca de 900 órdenes de construcción de buques con sistema dual de combustión de carburantes, que siendo una cifra muy llamativa si la comparamos con años anteriores, no esconde una realidad incómoda: los sistema duales que mencionamos utilizan en su gran mayoría combustibles tradicionales y GNL, que es a su vez un combustible fósil, y si bien representa reducciones de un 25% y más en emisiones de CO2 respecto a los otros combustibles fósiles, es superior en cuanto a emisiones de metano y partículas de Gases de Efecto Invernadero (GEI).
De las iniciativas emprendidas, la más llamativa es fundamentalmente la de Maersk, que promueve de manera decidida la producción de metanol y su utilización; en este año, se producirá la entrega de su portacontenedores de pequeño tamaño (2.100 TEUs), que estará equipado con sistema dual -metanol “verde” y combustible tradicional- y que abrirá la puerta a la oleada de VLCV de más de 10.000 TEUs, que consumirán metanol, encargados por Maersk, CMA-CG y otras navieras y que llegaran al mercado a partir de 2024.
El triple de costo respecto a los tradicionales
Pero tanto el GNL, que hoy es una realidad, como el metanol, el amoníaco y los biocombustibles tienen un costo que triplica y más el costo actual de los combustibles tradicionales. Y los armadores lo tienen muy claro: ellos no van a asumir los costos que significa esta transición que se debe de afrontar de forma inmediata. Afirman que ya contabilizan los costos de la construcción de los nuevos buques equipados con los sistemas de combustión adecuados a las necesidades de disminución de la contaminación, pero no parecen muy dispuestos a integrar en sus cuentas de resultados el aumento de los costos que significan los nuevos combustibles. Ya venimos hablando de la “madre de todos los BAF”.
Por Alonso Contreras en Naucher