Estados Unidos y Europa acaban de finalizar la séptima ronda de negociaciones sobre un acuerdo de libre comercio al que muchos expertos llaman la OTAN económica. El Partenariado Transatlántico de Comercio e Inversiones (conocido como TTIP, por sus siglas en inglés) es mucho más que un tratado comercial. Es una alianza geoestratégica que viene a revitalizar las relaciones transatlánticas, pero, sobre todo, a contener el auge de China y Rusia y a devolver a EEUU (y a la UE) la fijación de las reglas del juego de la economía global.
“El TTIP no es sólo un acuerdo comercial, sino geopolítico. La agenda económica está dibujada por las preocupaciones geopolíticas, motivada por las políticas exteriores, y los temores y riesgos de seguridad internacional”, analiza Fred Bergsten, director emérito del Peterson Center for International Economics, una institución con sede en Washington que fundó en 1981.
Coincide con él Garrett Workman, director asociado del think tank estadounidense Atlantic Council: “El TTIP es un acuerdo geoestratégico, el segundo pilar de la OTAN. Muestra cómo continuar trabajando juntos y es la última oportunidad de tomar un papel de liderazgo por parte de EEUU y la UE” en el mundo.
Se trata de “expandir la influencia mundial de ambas potencias, a través de sus estándares y sus maneras de hacer”, explica Workman. El TTIP intenta establecer “un mecanismo compartido sobre cómo la economía debe funcionar en el mundo”, añade.
Y ahí entra China, que compite cómodamente con EEUU y los europeos. Un acuerdo entre ambos lados del Atlántico crearía una nueva superestructura comercial internacional y sentaría nuevas bases en las que China ya no lo tenga tan fácil y deba aceptar las reglas del juego si no quiere quedar aislada. El modelo de tratado que quede fijado con el TTIP sentará el ejemplo para acuerdos futuros.
En Europa son más claros sobre los objetivos del TTIP más allá de una zona de libre comercio transatlántica. “El TTIP es la oportunidad de dibujar la globalización según nuestros valores. Porque la alternativa es que, si no unimos nuestras fuerzas, la globalización avanzará sin nuestra visión”, afirma Markus Beyrer, director general de Business Europe, la patronal europea. “Si nosotros no fijamos el modelo, China lo hará”, expone Nicolas Hodac, ejecutivo de Programas Gubernamentales de IBM en Bruselas.
Hosuk Lee-Makiyama, director del Centro Europeo para la Política Económica Internacional (Ecipe) piensa que Europa y EEUU necesitan desesperadamente este acuerdo. “Si no ponemos en marcha el tratado estamos perdidos. Si queremos mantener el modelo que tenemos ahora, necesitamos negociar este acuerdo. El sistema general está en una crisis más profunda de lo que se cree”, señala. Y Europa, argumenta, está en decadencia. “El PIB de Europa es el 20% del PIB mundial y en 15 años será el 10%. Necesitamos reparar el sistema, es nuestra última oportunidad”, concluye.
Lo que viene a decir este analista es que el Viejo Continente ya no es el centro del mundo. “Europa no es una prioridad, ahora lo es Asia-Pacífico. El mundo ha cambiado”, recalca. Y la competencia entre EEUU y China es la clave de todo esto. “Cuando Obama iba a iniciar su primer viaje a Asia (en noviembre de 2009), días antes se reunió con Lee Kuan Yew, el fundador de Singapur, quien le advirtió: “Si no tomas iniciativas económicas en Asia, vas a dejar esta tierra en manos de China”. A partir de entonces, Obama se volvió más agresivo en cuanto a asuntos comerciales, aunque no en temas políticos”, confirma Bergsten.
Ya desde la era Bush (hijo) se negociaba el Acuerdo Trans-Pacífico (TPP) con los principales 12 países de la cuenca del Pacífico, excluyendo a China. “EEUU está llevando a cabo la agenda comercial más agresiva de su historia, negociando al mismo tiempo acuerdos con Asia y Europa. Su objetivo ofensivo es movilizar a las economías de mercado para establecer un modelo que atraiga al resto del mundo y al que China acabará sumándose”, asegura el director emérito del Peterson.
¿Están EEUU y la UE sentando las bases para redefinir las instituciones mundiales frente a los países emergentes? “La Organización Mundial de Comercio ha fracasado. Debe haber otra geometría del comercio”, apunta Lee-Makiyama. “China no es irracional, se abrirá a la globalización tan pronto como entienda que no puede estar fuera”, agrega.
Para Washington y Bruselas, la estrategia es al mismo tiempo una ofensiva política de reposicionamiento mundial. El TTIP se piensa como un blindaje de Europa frente a conflictos como el de Ucrania con Rusia, y para contrarrestar la dependencia energética del gas ruso que tiene Europa central. El comercio “es un elemento clave para mantener la paz”, argumenta el director de Ecipe. Pero ojo: el TTIP no resolverá todos los problemas mundiales.
Fuente: www.elmundo.es