La edición de 2017 del informe muestra a la región en una difícil coyuntura. El documento informativo de la CEPAL dice que las entradas de IED en América Latina y el Caribe disminuyeron un 7,9% en 2016 y llegaron a 167.043 millones de dólares. Esto supone un nivel ligeramente inferior al registrado en 2010 y un 17,0% inferior al máximo de 2011. En este resultado influyó la reducción de la inversión en recursos naturales, en particular en minería metálica, y el lento crecimiento de la actividad económica en la región.
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Las economías más grandes han sido las más atractivas para las empresas transnacionales.
En 2016 el Brasil se mantuvo como el principal receptor de IED de la región (un 47% del total), en segundo lugar se ubicó México, con el 19%, y a cierta distancia Colombia y Chile, con el 8% y el 7%.
El comportamiento ha sido heterogéneo entre los países, y se constata una elevada variación interanual de la IED: el hecho de que se produzcan grandes operaciones en un año determinado pueden modificar sustancialmente la variación de corto plazo sin que eso refleje una tendencia.
A nivel de las subregiones, la IED en América del Sur se redujo un 9,3%, mientras que los ingresos de Centroamérica aumentaron un 3,7% y los del Caribe crecieron un 3,3%. Dentro de América del Sur, el mayor incremento de la inversión tuvo lugar en Colombia (15,9%); en el Brasil la inversión creció un 5,7%.
Las caídas más acentuadas de la IED en América del Sur se dieron en la Argentina (64,0%), el Ecuador (43,7%) y Chile (40,3%). La inversión hacia México disminuyó un 7,9%, si bien aún se mantiene en niveles elevados con respecto a la última década. La participación de Centroamérica en la recepción de IED aumentó, pasando del 3,7% del total en 2010 al 7,0% en 2016.
En esta subregión sobresale el caso de Panamá, que registró su nivel más alto con un crecimiento del 15,9% hasta llegar a los 5.209 millones de dólares. En el Caribe destacó el crecimiento del 9,2% de la inversión en la República Dominicana, por un valor de 2.407 millones de dólares.
Si se consideran los componentes de la IED, la mayor caída se registró en los aportes de capital (10%), seguidos por las reinversiones de utilidades (6%). Esto podría indicar una postura defensiva y de espera por parte de las transnacionales que operan en la región ante los precios aún no tan atractivos de algunos recursos naturales y como respuesta a la contracción del mercado interno en varios países; al mismo tiempo, podría obedecer al desplome de la rentabilidad de los acervos que más se incrementaron en el período de auge de los precios de los minerales metálicos y de otras materias primas. Cabe destacar la disminución por segundo año consecutivo de la reinversión de utilidades: su valor en 2016 fue de 40.807 millones de dólares, lo que corresponde apenas al 59,2% del nivel logrado en 2011, cuando la región alcanzó su máximo histórico de entradas de IED.