Seis nuevas zonas de libre comercio (FTZ por sus siglas en inglés) abrirán sus puertas en China el próximo año en un intento, según la agencia de noticias Xinhua, de “abrir el país al exterior como nunca se había hecho”. Aunque la noticia ya se conocía desde fines de 2016, fue ratificada en la última sesión plenaria anual de la Asamblea Nacional Popular de China. Las nuevas regiones catalogadas como FTZ serán Chonqing, Zhejiang, Hubei, Henan, Sichuan, Shaanxi y Liaoning, las cuales se sumarán a las cuatro existentes hasta la fecha: Shanghai, Shenzhen, Guangdong, Fujian y Tianjin. La medida, en palabras del presidente Xi Jinping, abrirá las puertas de China al exterior y facilitará el comercio y la inversión extranjera directa.
Combatir el proteccionismo
No es ningún secreto que China trata de posicionarse como el principal garante de la globalización económica, especialmente a raíz de la victoria de Donald Trump en las elecciones de los EE.UU. El gigante asiático afianzó sus lazos económicos y comerciales con la mayoría de los países del G20, y espera convertirse en el referente del comercio internacional. “China se inclina por combatir la dominante tendencia hacia la antiglobalización, y hace especial énfasis en la necesidad de abrir la economía fuera de sus fronteras para atraer la inversión extranjera”, afirmaba el economista Ding Shuang, del banco británico Standard Chartered, con motivo de la sesión plenaria de la Asamblea Nacional Popular.
En los últimos meses, Peking modificó considerablemente su posición estratégica, tomando la iniciativa en el fortalecimiento de las relaciones bilaterales y multilaterales con países de primera línea, desde Australia hasta la Inglaterra del Brexit hasta Mexico, un país que en pocos años pasó de ser el último en reconocer la inclusión del gigante asiático en la OMC a convertirse en uno de sus principales socios estratégicos.
De puertas adentro, Peking quiere convencer al mundo de que está preparado para convertirse en una economía de libre mercado y da pasos de gigante para reformar su estructura empresarial, todavía dominada por grandes empresas estatales, y para modernizar su sistema legal y jurídico. El Gobierno chino sabe que uno de los principales reclamos de cara al exterior es facilitar la inversión extranjera directa en su propio país. Por eso no es trivial que una de las primeras medidas del actual Ejecutivo fuese el anuncio, con bombos y platillos, de la creación de la FTZ de Shanghai, la primera del país, hace ya tres años.
Según el Gobierno chino, el establecimiento de 6 nuevas zonas de libre comercio tiene como objetivo “reducir el precio de entrada a las compañías extranjeras, mitigar las restricciones de capital y dotar de un mayor acceso a los mercados financieros”. Concretamente, el nuevo marco permitirá, según un comunicado oficial, “equiparar los procesos de solicitudes de licencias y requerimientos gubernamentales para las empresas extranjeras con los exigidos a las compañías nacionales”. El primer ministro Li Keqiang agregó que la medida permitirá a las empresas extranjeras, “participar en los mercados bursátiles de China (en referencia al parque de Shenzhen), así como en proyectos de ciencia y tecnología”, (aunque sin especificar en cuáles).
Dudosa efectividad
Sin embargo, más allá de las buenas intenciones sobre el papel, en la práctica la efectividad de las FTZ es más bien cuestionable, según la experiencia sobre el terreno de muchas empresas internacionales. El principal escollo lo puso el propio Gobierno chino al fijar una “lista negativa”, léase lista negra, en la que se restringían en un principio hasta 139 actividades económicas. Aunque rebajó sus exigencias, sigue siendo la principal barrera de entrada para las empresas extranjeras, aunque no la única.
Con la multiplicación de las Zonas de Libre Comercio, China parece estar diciendo al mundo que va en serio en materia de liberalización económica y financiera. Sin embargo, para ello tiene que demostrar con datos, que esas buenas palabras se traducen en un aumento de empresas registradas y en un crecimiento sustancial de la inversión extranjera directa. Es cierto que actualmente hay más compañías extranjeras presentes en las zonas de libre comercio del gigante asiático que hace tres años. Lo que no queda tan claro son los “cuantiosos beneficios” que estas experimentaron hasta la fecha.
Fuente: http://www.yuanfangmagazine.com/